Testimonio de Saioa (espondiloartropatía)

Soy Saioa, y me defino como una chica alegre, valiente y muy luchadora. Actualmente tengo 28 años, 26 cuando me diagnosticaron una “espondiloartropatia” tras haber pasado 4 meses de un calvario que comenzó tras despertar un buen día con el pie izquierdo extremadamente hinchado

El traumatólogo me diagnosticó “rotura del cuarto metatarso”. Lo que supuso la ingesta de antinflamatorios, un ingreso, utilización de plantillas de descarga y un tacón ortopédico. Un proceso doloroso y lento, difícil de controlar en el que de pronto tocas fondo. momentos en los que ruegas al médico que te proporcione algo para poder mitigar un dolor que es insoportable.

Poco tiempo después y tras hacerme unos análisis exhaustivos, fue cuando en Mayo de 2011, el HLA-B27 confirmó que el motivo de todo aquello era una artropatía (de momento con nombre pero sin apellido). A partir de ese día, comienza mi historia, comienza mi lucha.

Muchos de vosotros pensareis que aquello fue como un jarro de agua fría. ¡Estáis equivocados! En mi caso,  fue una verdadera liberación. Por fin los dolores tienen nombre, empiezas a saber lo que tienes y a lo que te enfrentas y en ese momento, es cuando empieza un proceso donde lo más importante es entender esta enfermedad degenerativa y aceptar que la tienes. A partir de ahí, queda “aparentemente” lo más simple: tomarte la medicación y aprender a convivir con ella y con su compañero“brote”.

Una vez controlado, recuperé prácticamente la normalidad, siempre siendo consciente de que existirían ciertas limitaciones físicas. Y en 2 meses, retomé mis cursillos de surf (algo que motiva y te devuelve la ilusión), el sueño de mi vida.

Empiezas a ser consciente de que es algo serio, pero nunca tuve miedo. Aprendí a vivir día a día, sin pensar lo que el futuro me depararía.  Actualmente, llevo mi vida con total normalidad y puedo decir que me siento al 95% de mis posibilidades. Ese 5% consiste en algunas de las cosas que esta enfermedad no te permite hacer como ponerse de puntillas o llevar tacones (cosas insignificantes). En general, puedo afirmar que hago más cosas y actividades de las que hacía antes, como por ejemplo el surf. Y sí, a pesar de tener artritis puedo practicarlo. Este deporte ha sido mi mayor vía de escape y lo que ha conseguido cambiar mi actitud hacia la vida. Y para todos aquellos que puedan pensar que es aficionarse a un deporte “guay”, decir que a mí me libera de esta enfermedad. Porque una vez que me meto en el agua, me siento igual que el resto, sin limitaciones, libre.

“Entrar al agua sin poder apoyar el pie en el suelo y salir con una sonrisa, es la magia del surf”.

Ha sido un camino largo, pero no tan duro gracias a todas esas personas que me han ayudado y apoyado y sobre todo entendido lo que significaba esta enfermedad. Personas que en cierto momento me han ayudado a levantarme, a vestirme, a meterme en el coche o hasta a ponerme los zapatos. Personas que han sido capaces de recogerme en la puerta de casa para poder salir de esta burbuja.

Pero también ha habido momentos difíciles en los que mucha gente no ha sido capaz de comprender por qué de repente dejas de salir y de hacer lo que hacías antes.

Por eso desde aquí quiero dar las gracias sobre todo a mi familia, que han sido los que han compartido y los que han convivido conmigo y con esta enfermedad. Los que me animan cada mañana al levantarme y cada noche al acostarme. Gracias a mis peques porque son la alegría de mi vida y siempre están ahí para sacarme una sonrisa. Gracias a mi aitona, que a pesar de no estar entre nosotros, sé que me envía la fuerza que necesito.

saioa2

También quiero agradecer a mi familia del surf, porque sin ellos nada de esto hubiera sido fácil. Porque ellos fueron los que me enseñaron que lo más importante en la vida, es la ACTITUD. Porque gracias a ellos he cambiado mis “no puedo” en “sí puedo” y “mis sueños” en “planes”. Porque gracias a ellos en cada baño peleo por coger “la ola de mi vida”.

Porque ahora puedo decir orgullosamente que tengo una enfermedad y que las limitaciones que tenga no impedirán que siga viviendo y disfrutando de la oportunidad que me está dando esta vida de seguir haciéndolo. Porque cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo, son vitales y hay que aprovecharlos al máximo.

Y desde aquí animo a todas aquellas personas que están en una situación parecida, para que intenten llevar una vida normal. Que lo más importante es el afán de superación, la actitud y las ganas de vivir.  Debemos arriesgar, porque el mayor peligro en esta vida es no arriesgar nada. Así que créetelo, quiérelo y ve a por ello.

 … y no, la artritis no es cosa de la edad. SONRÍE.